¡Urge su rescate! Pero no en el aspecto económico. No, este no es el problema. El grave asunto es que no cuentan con la capacitación empresarial necesaria para afrontar los nuevos retos globales de la economía mundial.
El tener dinero y poseer grandes fortunas, en la mayoría de los casos, heredadas, o por rescates gubernamentales, no garantiza su habilidad, conocimientos y mucho menos la inteligencia necesaria para desarrollar y crecer sus negocios, ahí están los ejemplos.
Conozco a hombres millonarios que se han perdido en el alcohol y la droga, sin importar la riqueza que poseen, dilapidando fortunas, sin preocuparles el desarrollo de sus empresas, mucho menos de sus trabajadores.
He visto a hombres inmensamente ricos, sumirse en la ira, el rencor y el odio a sus hermanos, padres y familiares por una herencia, como los Azcárraga.
Entonces, ¿qué pueden esperar sus trabajadores de estos, supuestos empresarios? Simplemente, nada, no les importan sus empleados, menos sus condiciones laborales.
Se necesitan más, nuevos y vigorosos liderazgos empresariales, que sepan oler y visualizar las oportunidades y lanzarse a la conquista. Falta mucho por lograr en este sector.
¿Quién moverá a los empresarios en México? También ellos, padecen rezago. Es un nuevo reto para la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Ahora, los hermanos Gastón, Pablo y José Carlos Azcárraga Andrade, responsables de la quiebra de Mexicana de Aviación, son un ejemplo más de esa rezagada clase empresarial que tiene México, acostumbrados al apoyo de sus amigos en el gobierno para su rescate.
En tanto la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu esta en Inglaterra, en la Cumbre de Ministros de la Organización Mundial de Turismo (OMT), cerrando acuerdos con diplomáticos y autoridades para traer visitantes a México, irónicamente, los Azcárraga, de Grupo Posadas, se disputan la propiedad de sus cadenas hoteleras.
Esta es una realidad de muchos “hombres de negocios” que provienen de esas anquilosadas dinastías empresariales, que crecieron al amparo del gobierno en turno y que ahora se ven rebasadas por la dinámica mundial, que reclama una clase empresarial proactiva, y sobre todo, más humana y generosa.
La transformación que está viviendo México, en su entorno político, económico y social, reclama un sector productivo de gran envergadura, con arrojo, determinación y una gran sensibilidad, para conquistar nuevos mercados a nivel internacional.
De nada servirán tantos viajes al extranjero de secretarios de Estado, de representantes del gobierno y del propio presidente, si los empresarios mexicanos no quieren salir de su zona de confort, de sus mercados nacionales y pidiendo apoyos gubernamentales.
En numerosas ocasiones he conversado con embajadores, senadores, diputados, secretarios de estado de esta y otras administraciones y la situación es una constante.
“Vamos y vamos al extranjero, llevamos grupos de empresarios, directores, ejecutivos y no hay quien concrete acuerdos. Son contados los casos de quienes sí aprovechan estos encuentros”.
Los empresarios mexicanos ponen uno y mil pretextos para no cruzar fronteras, como: el mercado, el idioma, que no puedo, que no hay tiempo, que es imposible, bueno pues, quieren que les traigan el dinero a su casa y en sus bolsillos de ser posible.
Urge sacarlos del rezago. El dinero, no garantiza el éxito empresarial.